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sábado, 11 de junio de 2011

testimonios sobre el aborto

La mano de Chemita
Testimonio espontáneo y muy sencillo de alguien joven que cuenta con toda franqueza su experiencia en una guardia hospitalaria. El bebito cuya diminuta manito muestra la foto, sólo sobrevivió 4 horas, pero en ese corto tiempo tocó los corazones de muchas personas.
Hola. pues este es un lado de mi que pocos conocen pero pensé que ustedes entenderían lo especial del caso...
Esta foto es de Chemita.... El sábado antepasado estaba de guardia en la Cruz Roja y llegó una niña de 17 años que seguro se había tomado algo para abortar... y dio a luz a este bebé... (no les pongo las demás fotos para que los que no son médicos no se traumen). El caso es que un amigo y yo nos quedamos cuidándolo las pocas horas que vivió... Chequeen el tamaño de sus manitas por favor... (la mano de abajo es la mía). La mamá tenía apenas ¡¡¡cuatro meses de embarazo!!! pero él ya estaba perfectamente bien formadito... uñitas, deditos, orejitas, boquita, todo...
El caso y lo padre de la situación fue que como ni siquiera lo pudimos intubar (no habia cánulas tan chiquitas ... además le podíamos tronar los pulmoncitos) entonces tuvimos que quedarnos junto a el todo el tiempo calentándolo con sábanas y lámparas y echándole aire por la boquita... Llegó un momento en que nos quedamos maravillados de la fuerza que tenía ese bebé... Créanme que cuando veíamos que su corazoncito empezaba a fallar, dejábamos de darle respiraciones para que no sufriera más... y en el momento en que le quitabamos el aire, el ritmo cardíaco volvía a subir...
¡¡¡IMPRESIONANTE!!!! Nos trajo así casi 4 horas. Después de muchos intentos, cuando lo vimos que ya estaba medio mal, lo bautizamos (sí, salió la educación religiosa cañón... Pero no podíamos dejar que alguien así, que había luchado tanto, se fuera sin un nombre, como si no hubiera pisado este mundo... Y como no sabíamos aún si era niño o niña, le pusimos Jose María... Chemita pa' los cuates...
Cuando murio, (debo confesar que lloré muchísimo) me puse a pensar en todo lo que era vivir, en todo lo que él luchó, Y caray... ¡¡¡vivió 4 horas!!! y yo a mis 21 casi 22 no he hecho un pepino, me da hueva despertar y ¡¡¡vivo getona!!!
El sábado fui con unos niños de prepa y secundaria y les puse la foto, les expliqué lo mismo que les digo a ustedes, etc... Y créanme... chequeen la cantidad de vidas (la mía, la de mi familia, mis amigos, los doctores y enfermeras de la Cruz, los chavos del sábado y ahora ustedes...) en las que ha influido chemita... ¡¡¡en 4 horas de vida!!!!
Ya quisiéramos muchos esas ansias de luchar por lo que queremos, por vivir... Pero la neta es que lo vemos como algo de todos los días, como algo que siempre pasa... y ya se nos hizo costumbre respirar, despertarnos, y no vemos lo increíble y la dicha que tenemos de poder cambiar a diario este mundo, hacer algo bueno por alguien...
IMAGINENSE LAS ENORMES GANAS QUE TENIA ESE CHIQUITO DE SOBREVIVIR.. Así que neto, luchen a diario por lo que quieren y acuérdense de esto en las mañanas y cuando tengamos más flojera que nunca...
Se me hizo padre contarles esta experiencia, creo que vale muchísimo la pena... y pues si quieren o así... denle forward... a ver en cuantas vidas puede seguir influyendo alguien que vivió ¡¡¡4 horas!...
Recibido de Provida Sonora (México): Red Familia
www.educacionfamiliar.org.mx/redfamilia/index.html

 
Nota: Este texto fue tomado de Novedades Fluvium. Para suscribirse a  este excelente servicio informativo visite su website : http://www.fluvium.org/textos/novedades.htm.

Testimonio de Sara Smith
Sara Smith y su Mamá Betty
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Sara Smith tiene 23 años y quiere vivir la vida a 100 por hora. Hacerlo todo dos veces, hacer que el día tenga, ojalá, 48 horas. Decidió vivir así cuando supo que su madre se había practicado un aborto estando embarazada de ella y de un hermano gemelo. Ese hermano no sobrevivió y Sara siente que es su deber compartir con él el increíble milagro de ser una sobreviviente del aborto.
Sara: "Los dos estábamos en un útero pequeño que fue raspado de arriba a abajo. Le quitaron la vida y yo todavía seguía ahí dentro. Perdí casi todo el líquido amniótico, pero seguía viva. Varias semanas después pude patear el vientre de mi madre y ella me sintió y decidió no practicarse un segundo aborto, decidió darme la vida."
Betty Smith, madre de Sara: "Todo lo que yo sabía es que había sentido a esa niña moverse, tal vez eran sus brazos o sus costillas, pero era una vida, estaba viva, era una persona viva. Y cuándo el médico se ofreció para abortarla, dije que no, con la misma fuerza con que la primera vez había dicho que sí. Estaba viva era una vida y nada iba a detenerla."
Sara nació prematura, con las piernas cruzadas sobre el pecho y las caderas dislocadas, vivió en hospitales hasta los dos años y medio y antes de sus 14 años ya la habían operado treinta veces. Fueron los primeros capítulos de una historia increíble, vividos en el silencio inquietante que todavía inspiran en muchos médicos sus recuerdos y sus miradas. Sus ojos son de algún modo la mirada de 18 millones de niños que han muerto antes de nacer desde que se legalizó el aborto en los Estados Unidos. Su historia es la historia que para otros no pudo ser, en este país donde lamentablemente está permitido abortar desde los primeros días del embarazo hasta un minuto antes del parto. Un país de familias pequeñas, donde tener muchos hijos puede llegar a ser mal visto, donde un sexto embarazo, como el que afrontó la madre de Sara, puede llevar a una decisión que nunca antes pasó por su mente.
La madre de Sara: "Me habían dicho que era muy egoísta, que era como una coneja, que maltrataba a mis hijos, que estaba quitándoles oportunidades a otros niños, que estaba desequilibrando al mundo por tener tantos hijos. Se burlaban de mí y cuando venían las esposas de otros amigos a la casa, y mis hijos se despertaban de la siesta, ellas decían: 'Miren, aquí vienen los conejitos saliendo de su madriguera', y eso me daba pena, y algo se desencadenó en mí esa noche. Todavía lo recuerdo y formulé un decidido voto: 'Nunca tendré otro niño'. Cuando le dije a mi esposo que quería practicarme un aborto, él no me respondió nada; fijé la cita, él me llevó al hospital y se fue a la casa. Yo pasé la noche allí y me practicaron el aborto al otro día.
El aborto fue rápido, el médico reconoció los restos de un feto y dio por terminada su tarea, era el cuerpo del hermano de Sara, hoy lo recuerdan con una lápida sobre una tumba vacía.

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